Habichuelas con Dulce / Source: telemundo.com |
El sábado le contaba a mi hermana que sí había hecho
habichuelas con dulce, como los límites de los estereotipos son infinitos,
nadie cree que yo cocino. Incluso quienes
han comido varios platos, dicen haces bien esto, aquello o lo otro, pero nunca
aceptan que se cocinar. La verdad
tampoco me preocupa mucho eliminar ese estereotipo. Yo me he rebelado contra todas las cosas que
han sido impuestas en mi vida y una de ellas fue cocinar. Mis primeras habichuelas guisadas las hice a
los doce años. Desde que pude evité cocinar,
salvo las cosas que me gusta comer. Incluso
llegué a plantearme la posibilidad de no casarme ante la amenaza de los
quehaceres domésticos eternos.
Pero esta historia no es sobre cocinar, esta
historia es sobre la primera vez que hice habichuelas con dulce. Las habichuelas son mi debilidad así que en 2011 o 2010 me dispuse
a aprender a prepararlas con gran éxito. Realicé una serie de tuits con las
habichuelas que desencadenaron en “unfollows”
masivos (me dejaron de seguir en twitter).
Pero al mismo tiempo que perdía
seguidores, gané la amistad entrañable de
quien estuvo supervisando y enseñándome trucos fundamentales para que las
habichuelas fueran las mejores. A ella
se le daba bien hacer un manjar con poco.
Fue esa noche que dejó de ser la mamá de mi amiga y se convirtió en MI amiga.
Durante sus visitas esporádicas a Punta Cana me
contó muchas cosas: su juventud, sus hijos, sus errores, sus aciertos. Planeamos mil veces el viaje a San Francisco
de Macorís y todo lo que íbamos a hacer allá.
El domingo tuve que ir a San Francisco; la encontraron muerta en la mañana.
Hubiera querido haber roto la rutina y haber
compartido el tan planeado viaje con mis dos amigas. Ahora me queda acompañar a alguien a quien
quiero mucho en su dolor, pero también me queda extrañarla cada vez que venía a
llamarme “Lise” (sin poner acento al final) de cariño. Me queda la memoria, pero su presencia era
mucho mejor que cualquier evocación mental.
Lo más cruel de la muerte no es que no da
avisos, lo peor de la muerte es que es demasiado definitiva.